Cuando hablamos de la relación entre las personas y la naturaleza, hay tres formas principales de hacerlo: antropocentrismo, biocentrismo y ecocentrismo. Puede sonar complicado, pero en realidad es más simple de lo que parece.
El antropocentrismo es la idea de que los humanos somos lo más importante, es decir, el centro de un todo, y que la naturaleza vale solo porque nos sirve. Un ejemplo es cuando se dice: "Los árboles son importantes porque nos brindan oxígeno y madera." Es decir, la naturaleza está ahí solo para el beneficio humano.
El biocentrismo tiene una visión diferente. Aquí no solo importan los seres humanos, sino también todos los seres vivos. Es la idea de que, la vida en general, tiene valor sin importar si nos sirve o no. Guiándonos en esta perspectiva, una mariposa, un jaguar o cualquier otro animal son importantes por el simple hecho de existir, no solo porque pueden ser útiles para algo.
Por último está el ecocentrismo, que dice que no solo hay que cuidar a los seres vivos, sino también los ecosistemas enteros, tales como los ríos, los bosques, el suelo, el clima, entre otros. Aquí la idea es que la naturaleza no es solo un conjunto de recursos para usar, sino un sistema donde todo está conectado, es decir, si dañamos una parte, afectaremos el equilibrio de todo.
En la actualidad, el planeta enfrenta distintas crisis, y estas formas de pensar hacen que nos hagamos distintas preguntas: ¿De verdad podemos seguir considerando a la naturaleza solo como un recurso a nuestro servicio? ¿O es momento de cambiar nuestra forma de relacionarnos con el mundo? La respuesta está en nuestras manos y en las decisiones que tomemos para proteger nuestro hogar, el planeta.
Foto: Philippe Donn
No hay comentarios.:
Publicar un comentario