En años recientes, el estudio de la conducta animal se ha incorporado a los proyectos que buscan la recuperación de especies. Identificar la personalidad de los individuos permite seleccionar a los candidatos con más posibilidades de supervivencia y éxito en el medio natural. Estos hallazgos pueden aplicarse al lobo mexicano.
Mariela Talavera y Xareni Pacheco Pacheco, investigadoras de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM), en su artículo “Estudio de la personalidad animal para salvaguardar al lobo mexicano”, publicado en la revista Universitaria, definen la personalidad como “las características individuales de conducta consistentes a través del tiempo y el contexto”. Señalan que, en este sentido, la personalidad no es privativa de los seres humanos.
En los últimos años, el estudio de la personalidad animal ha servido para seleccionar a los ejemplares con mayores probabilidades de sobrevivir y reproducirse en el medio natural. Así, en el caso de Vulpes velox y el lobo de crin, son los individuos tímidos, porque toman menos riesgos; en cambio, en demonios de Tasmania, los más audaces son los elegidos, y en tortugas, las de comportamiento explorador.
En cuanto al lobo mexicano, durante los 50 y 60 fue cazado por iniciativa de los ganaderos hasta su exterminio total en la naturaleza, por lo que, en 1976, se inició una campaña binacional para protegerlo, mediante su reproducción en cautiverio y, a partir de 1998 en USA y 2011 en México, su liberación en áreas naturales protegidas. Al ser una especie altamente social, el lobo es ideal para aplicar lo aprendido y seleccionar a los ejemplares idóneos para su reintroducción, que estén relacionados o que puedan establecer los lazos necesarios, concluyen las autoras.
REDACCIÓN
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