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Domíngo de Ramos, celebración en casa; “redescubramos que la vida no sirve, si no se sirve” -Papa Francisco

«¡Bendito el que viene como rey, en nombre del Señor! Paz en el cielo y gloria en lo alto» (Lc 19,38).


El Domingo de Ramos abre solemnemente la Semana Santa, con el recuerdo de las Palmas y de la pasión, de la entrada de Jesús en Jerusalén y la liturgia de la palabra que evoca la Pasión del Señor en el Evangelio de San Marcos.

San Lucas no habla de olivos ni palmas, sino de gente que iba alfombrando el camino con sus vestidos, como se recibe a un Rey, gente que gritaba: "Bendito el que viene como Rey en nombre del Señor. Paz en el cielo y gloria en lo alto".

Se recuerda la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén en medio de una multitud que lo aclamó como el Mesías.

En la tradición litúrgica de Jerusalén se recuerda el gesto profético de Jesús siendo aclamado al ingresar como Rey de Paz y el Mesías y después condenado para el cumplimiento de las profecías.

Los fieles que participan en la procesión, tradición que data del siglo IV en Jerusalén, deben llevar en las manos ramos de palma, olivos u otros árboles, y entonar cantos adecuados. Los sacerdotes y los ministros, llevando también ramos, deben marchar delante del pueblo.

La bendición de los ramos y palmas tiene lugar antes de la procesión. También se debe instruir a los fieles cristianos a que conserven en sus casas, junto a las cruces o cuadros religiosos, los ramos bendecidos como recuerdo de la victoria pascual del Señor Jesús.

La segunda tradición litúrgica es la de Roma, la cual nos invita a entrar conscientemente en la Semana Santa de la Pasión gloriosa y amorosa de Cristo, anticipando la proclamación del misterio en el Evangelio de Mateo (26:14-27:66).

Para el bien espiritual de los fieles, conviene que se lea por entero la narración de la Pasión y que no se omitan las lecturas que la preceden. Terminada la lectura de la Pasión no debe omitirse la homilía.

Debido a la situación extraordinaria de la pandemia mundial del coronavirus, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos publicó un decreto el 25 de marzo, donde se establece que los Obispos y los presbíteros de los países afectados por el Covid-19 celebren los ritos de la Semana Santa sin la presencia física del pueblo y “en un lugar adecuado, evitando la concelebración y omitiendo el saludo de paz”.

En cuanto a la celebración del Domingo de Ramos, se establece que “la Conmemoración de la Entrada del Señor en Jerusalén se celebre en el interior del edificio sagrado; en las iglesias catedrales se adopte la segunda forma prevista del Misal Romano; en las iglesias parroquiales y en los demás lugares, la tercera”.

En cuanto a las “expresiones de piedad popular y las procesiones" de la Semana Santa y del Triduo Pascual, se señaló que "podrán ser trasladadas a otros días convenientes", como "por ejemplo, el 14 y 15 de septiembre", a juicio del Obispo diocesano.

Además, el decreto indicó a las Conferencias Episcopales y cada una de las diócesis que “no dejen de ofrecer subsidios para ayudar en la oración familiar y personal” y que “los seminarios, las residencias sacerdotales, los monasterios y las comunidades religiosas también se atengan a las indicaciones del presente Decreto”.

Por ello, la Oficina de Prensa del Vaticano indicó que en el Domingo de Ramos, a realizarse el 5 de abril, el Santo Padre celebraró la Santa Misa de la Conmemoración de la entrada del Señor en Jerusalén, en el Altar de la Cátedra en la Basílica de San Pedro a las 11:00 a.m. (hora de Roma), pero sin la presencia física de los fieles.

El Papa Francisco asegura que Dios nos salvó “sirviéndonos” y nos sirvió “dando su vida por nosotros” porque “Él nos ama, puesto que pagó por nosotros un gran precio”. Con esta aclaración, el Papa ha comenzado esta mañana su homilía durante la Santa Misa del Domingo de Ramos y de la Pasión del Señor, en este domingo 5 de abril. El Pontífice ha explicado además que el Señor nos sirvió hasta el punto de “experimentar las situaciones más dolorosas de quien ama: la traición y el abandono”.

El Santo Padre invita hoy a que nos examinemos interiormente: “Si somos sinceros con nosotros mismos, nos daremos cuenta de nuestra infidelidad. Cuánta falsedad, hipocresía y doblez. Cuántas buenas intenciones traicionadas. Cuántas promesas no mantenidas”. Además – dice el Papa – “el Señor sabe que somos muy débiles e inconstantes, que nos cuesta levantarnos de nuevo y que nos resulta muy difícil curar ciertas heridas” y por eso  “nos curó cargando sobre sí nuestra infidelidad, borrando nuestra traición. Para que nosotros, en vez de desanimarnos por el miedo al fracaso, seamos capaces de levantar la mirada hacia el Crucificado, recibir su abrazo y decir: “Mira, mi infidelidad está ahí, Tú la cargaste, Jesús””.

El Papa: “redescubramos que la vida no sirve, si no se sirve”


La liturgia de las palmas anticipa en este domingo, llamado pascua florida, el triunfo de la resurrección; mientras que la lectura de la Pasión nos invita a entrar conscientemente en la Semana Santa de la Pasión gloriosa y amorosa de Cristo el Señor.

Fuentes:
corazones.org
aciprensa.com
vaticannews.va

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