El color en los grises recuerdos de mi niñez, me llevan a un momento de curiosidad jugando a “los cochecitos” en la arena del traspatio en la casa de mis padres, ¿Cómo era posible que se pudiera moldear tal material con un poco de agua? ¿Qué más se podría hacer aparte de cuevas y avenidas? ¿Por qué llovía, y me destruía todo lo hecho para empezar al otro día con la misma idea al día siguiente?, todo eso, y las preguntas me llevan a un destino llamado curiosidad, esa herramienta que nos lleva a “parar la oreja”, a mirar a través del orificio más pequeño, o a descubrir si somos una creación o especular desde ayer lo que mañana platicaremos de nuestro aquí y ahora.
La magia de ver, de oír, de sentir… nos encamina a realizar preguntas a diestra y siniestra, a encontrar respuestas que consideramos correctas o incorrectas y nada nos limita en nosotros para definir y darle sentido a todo lo que absorbemos, el limite lo encontramos al revés, cuando queremos transmitir todo ese conocimiento, en ocasiones no nos damos a entender, y en otras no nos entiende, por lo menos, como nosotros queremos, y es curioso.
En este México tan diverso, tan pasivo en provincia, tan ajetreado en sus ciudades, se entremezcla en altitud y latitud del conocimiento en sí de sus habitantes, todos somos universos andantes, con nuestros propios problemas, con nuestras dificultades comunes, que nos mueven cuando tenemos respuestas y conocimiento, que nos paran con las dudas y la falta de entendimiento, y todo por curiosos avanzamos, o nos detenemos, para descubrir lo que está a lo lejos, o entender lo que está frente a nosotros.
La curiosidad entonces, es la base que toma su servidor, para absorber todo el conocimiento que se pueda, y éste medio, sea para ustedes, el vehículo que quieran tener para viajar conmigo, en el maravilloso mundo de la comunicación y de los medios. Gracias, por leer, escuchar, y mirar nuestro contenido.
Imagen: Pixabay | adibalea
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